Crónica de la cena del mes de septiembre de 2016
Alabaster, 8 de septiembre de 2016
La llegada del mes de septiembre no suele gustarme mucho. Se acaba el veraneo y comenzamos la rutina laboral que nos llevará hasta el próximo verano. Los días se acortan, y la salida de la oficina suele estar llena de momentos fríos y oscuros. Ya no da tiempo a disfrutar de los ratos antes de la cena, y los despertares se acompañan de sueño, oscuridad y frio. Además, el rato que transcurre entre que terminamos de trabajar y acostarnos pierde la referencia de la caída del sol, por lo que las películas son cada vez más largas, los libros más densos y los espectáculos se dilatan en el tiempo.
Hay pocas cosas agradables que hacer al inicio de septiembre, y una de ellas es cenar en Alabaster con los amigos del Club de los 100 Puros. Poder vencer la tarde oscura con la imagen de Oscar y de Fran al recibirnos en el restaurante y sentarnos con los amigos para compartir unas tostas de sardina con queso Arzua y el tomate confitado y cebolleta con el Rueda K-Nia, para terminar los entrantes con zamburiñas curadas con alga Codium y la empanada gallega.
Es importante seguir con platos contundentes tras haber iniciado la cena con ese nivel. Y en Alabaster son expertos en culminar las excelentes entradas con las que siempre nos obsequian. ¿Cómo lo hacen? Abren unas botellas de Marqués de Vargas reserva 2010 para acompañar el rape con arroz de berberechos (¿dónde compra esta gente el rape?) y una excelente costilla de ternera con patatas fondant (¿cómo se consigue esa textura de carne?) que dejaron la faena en liza para terminarla con unos milhojas rellenos de merengue de fruta.
Cuando ya estábamos con el estómago lleno y fresco llegó el momento esperado por todos. En primer lugar, y tras la presentación de Bernard, encendimos un clásico en el vitolario español: el Partagás 8-9-8, la Dalia que fue durante muchos años líder de ventas y con una historia fascinante que Angel nos relató de la forma amena e interesante a la que nos tiene acostumbrados (para saberla hay que venir a las cenas…).
Cuando empezamos a cenar, nuestros amigos de Varma, capitaneados por Pablo Arredondo, figura mítica para los fundadores del club, nos ofrecieron un regalo muy especial en forma de degustación de Glenfiddich. Empezamos por el 12 años, seguimos por el 21 años antes de pasar por la maduración en barricas de roble, luego nos ofrecieron unos aromas de esas barricas, y terminamos con el mítico Glenfiddich 21 años. No estoy capacitado para describir las sensaciones por las que pasamos en cada una de esas etapas. Simplemente puedo decir que gracias a la cena, el 8-9-8 y la degustación de Glenfidich… ¡septimebre tuvo una noche de verano!
Nos vemos en el mes de octubre en Arce.
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