Crónica de la cena del mes de junio de 2014
Restaurante Aderezo, 26 de junio de 2014
Rebuscando información para un curso que estoy preparando encontré esta preciosa frase de lo que debe ser un hogar: “aunque pases de frente muchas veces, seguiré esperando tu regreso.” Desconozco quien es el autor por lo que no puedo citarle. Si puedo decir una cosa de esta bonita frase: no es mía.
A lo largo de estos seis meses desde la última vez que cenamos en nuestra casa, hemos pasado por múltiples sitios. Visitamos viejos conocidos, como Piñera y Arce. Hicimos nuevos amigos, como Alabaster. Vimos gente joven y moderna como La Cabra y a su vez nos reunimos con gente tradicional y acogedora como De La Riva. Han sido muchos viajes, pero, cada vez que pasábamos delante de su fachada roja, algo se nos removía pensando que nuestro hogar nos estaba esperando.
Finalmente, tal y como acostumbramos a hacer desde hace unos años (no me atrevo a poner cuantos ya), volvimos a celebrar nuestra gala de verano en casa, en nuestra sede social sita en al Restaurante Aderezo. Citados por nuestro amigo Iñaki, y tratados como lo que somos, una gran familia por Javier, Cristina y su equipo, nos reunimos los socios del Club para poner al día nuestras experiencias del último mes. Según fuimos llegando fuimos encendiendo a nuestra primera amiga: una extraordinaria mareva Mille Fleurs de Romeo y Julieta. Personalmente creo que es difícil tener un aperitivo de casi media hora mejor acompañados. Las cervezas y los vinos fueron cayendo según llegábamos y encendíamos los habanos, y el buen humor del restaurante se iba haciendo mejor según la sala se llenaba de humo.
Llegó el momento crucial cuando Javier y Cristina nos pidieron que nos sentásemos a la mesa. Una vez que estábamos cómodos llegó nuestros primeros invitados: una patata a la riojana “a nuestra manera” y un ajoblanco de espárrago blanco, reineta y panceta a la plancha. Daba miedo empezar la cena con una patata a la riojana, pero nuestra sorpresa enorme cuando vimos que “su manera” consistía en un cubito de patata a la riojana con una mayonesa de chorizo: de tener miedo a su contundencia pasamos a desear probar un poco más. En cuanto al ajoblanco, tengo poco de decir. Personalmente no soy muy fan de este plato y procuro evitarlo cuando salgo de casa (ni que decir tiene que en casa no me dejan evitarlo…). Con esta premisa sólo puedo describirlo de una manera: pedí repetir otro plato. Estaba con un sabor muy suave, pero marcando todos los componentes del ajoblanco. Desde ahora lo tomaré cada vez que vuelva a Aderezo.
Seguimos con un dúo de carpaccios. Es de destacar la gran idea que tuvieron para este plato en el que combinaron un carpaccio de tomate raff y anchoa del cantábrico con toque de lima como representante del mar y otro carpaccio de presa ibérica con toque de mostaza, pimienta con vinagreta de ajetes tiernos y pistachos como representante de la tierra. Fue una combinación de sabores exquisita, donde sabores fuertes como la anchoa, la mostaza o la pimienta combinaban con otros más suaves como el tomate o la presa, haciéndolo como un todo en donde la suma de las partes se potenciaba a si misma.
Después de una introducción de mar y tierra era lo lógico pasar ahora con un plato de pescado y otro de carne. Fuimos servidas una merluza de anzuelo con dúo de espinacas, suave mousse de ajo y crujiente de albahaca y un solomillo de corzo en su jugo, puré de patata nueva y chocolate blanco con lágrima de Tolosa. Creo que el plato de merluza fue tremendamente educativo, y sirvió para que, el que todavía no lo supiera, pudiera probar una verdadera merluza de anzuelo y comparar su sabor con el de otras. Estaba simplemente espectacular. En cuanto al corzo, el que esto suscribe tiene un problema médico donde se me pide que no tome carne de caza, por lo que no esperaba demasiado del plato y… ¡acabé pidiendo otro! Estaba espectacular, y es una delicia ver como combinaba el corzo con el chocolate, la patata y la lágrima de Tolosa. No daré más explicaciones de este último acompañamiento: el que lea esto que se pase por Aderezo a comprobarlo.
Con una sensación de haber cenado bien pero sin estar con el estómago lleno, llegó el postre: un gazpacho de fresa de Aranjuez acompañado con quenelle de helado de menta. Era un postre muy fresco y apropiado para el verano que culminaba una espectacular cena. Como me imagino lo que el lector estará pensando quisiera aclarar que… no repetí postre. No fue por falta de ganas, sino porque fui requerido por Pepe para los actos emblemáticos de nuestras galas de verano e invierno: el postre habano y el sorteo de regalos.
Como sobremesa nos encendimos un Magnum 50 de H. Upmann. Durante la hora aproximada de fumada pudimos ir degustando que proporciona una variada gama de matices tabaqueros. Al empezar a fumar, nuestro amigo y experto Ángel nos hizo una amena cata del mismo en donde, además de explicarnos los distintos matices según la zona de combustión del puro, estuvimos hablando de las novedades tabaqueras para los próximos meses.
Después de la charla de Ángel, y tras unas breves palabras de nuestro vicepresidente Manolo, dio comienzo el sorteo de regalos donados por nuestros socios. Los regalos estaban básicamente relacionados con el tabaco, el vino y, en general la buena vida. Además de multitud de habanos, accesorios para el fumador, botellas de vino, ron y whiskey hubo sorteos de viajes, cenas en restaurantes y nuestro entrañable Body Bath. El sorteo estuvo magistralmente dirigido por nuestros amigos Pepe y Chimo, que procedieron en un tiempo récord al sorteo de los regalos y amenizar la entrega de los mismos. En cuanto a la calidad del sorteo, creo que un solo dato lo describe: ¡Hubo más regalos que socios presentes en la cena!
Como ya viene siendo habitual, alrededor de la 1 de la mañana la gente empezó a desfilar hacia sus respectivos lares con una sonrisa en los labios. El grito de despedida fue casi unánime: “Nos vemos en la cena de septiembre”. Allí nos veremos todos.
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